El trekking de los Tres Valles del Parque Nacional ofrece una oportunidad para los amantes de la montaña, ya que se puede realizar al inicio de la temporada. Mientras las altas cumbres del Pirineo siguen cubiertas de nieve, esta ruta ya es accesible, permitiendo disfrutar de la naturaleza sin las dificultades propias de los terrenos nevados.
A lo largo de la travesía, atravesaremos tres de los cuatro valles que conforman el Parque Nacional: el Valle de Pineta, la Garganta de Escuaín y el impresionante Cañón de Añisclo. Cada uno de ellos nos brinda bellos paisajes singulares, cargados de historia y leyendas. Cruzaremos collados que antiguamente servían de vías de comunicación entre pueblos, pasaremos por el hogar del quebrantahuesos, nos adentraremos en las fascinantes historias de brujas que habitaron estos valles y conoceremos la vida tradicional de los pastores, durmiendo en uno de sus refugios históricos.
Para esta travesía también existe una variante más ligera, en la que no se pernocta en refugio libre, sino todas las noches en albergues, y tiene una duración de 4 días.
¿Te vienes a vivir la montaña desde dentro?
Tarifas por persona para un grupo de 4 personas. Otras opciones consultar.
– Guía de montaña
– Seguro RC y Accidentes
– 1 – 3 noches en albergue
– 1 – 3 días con media pensión: cena y desayuno
– Transporte & transfer
– Picnic para los 3 – 4 días
– Cena y desayuno para la noche en refugio libre
– Material personal
Al reservar el trekking de los Tres Valles del Parque Nacional, recibirás con antelación una lista de materiales personalizada para el trekking.
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido ofrece un entorno espectacular para realizar rutas de montaña. Cuenta con una red de refugios y albergues, tanto guardados como no guardados, lo que permite hacer travesías de varios días.
Esta travesía es adecuada para familias con experiencia en senderismo, ya que implica un desnivel diario de unos 800 metros aproximadamente. Como no hay alojamientos intermedios, el recorrido no se puede acortar fácilmente. Sin embargo, tenemos la posibilidad de adaptar la experiencia al nivel de cada familia, utilizando transfers o modificando el itinerario.
En la cooperativa tenemos experiencia organizando rutas para familias y conocemos bien la zona. Esto nos permite diseñar un trekking de varios días adaptado a las necesidades y el ritmo de cada grupo. Según la edad de los niños, su experiencia en la montaña y el tipo de aventura que buscáis, preparamos una propuesta personalizada, segura y divertida.
Durante el recorrido, nuestros guías acompañan al grupo proponiendo retos accesibles y actividades de educación ambiental que ayudan a conectar con la naturaleza, la historia y las leyendas del parque.
Si tienes dudas sobre si tus hijos tienen el nivel adecuado para la travesía, no dudes en ponerte en contacto con la cooperativa. Estaremos encantados de ayudarte. Te haremos algunas preguntas para evaluar el nivel del grupo y así ofrecerte la orientación necesaria para que la experiencia sea segura y placentera para todos.
El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido está situado en el norte de Aragón, en el corazón de los Pirineos. Fue el segundo parque nacional declarado en España, en 1918, apenas un mes después del primero: la Montaña de Covadonga. Definitivamente —en nuestra opinión— es uno de los espacios naturales más emblemáticos del país.
Los primeros pasos hacia su declaración se dieron gracias al impulso del pirineísta Lucien Briet. En un principio, el parque protegía únicamente el valle de Ordesa, pero en 1982 su extensión se amplió para incluir también el cañón de Añisclo, la garganta de Escuaín y el valle de Pineta.
Como centro del parque se alza el macizo de Monte Perdido y da origen a muchos de los fenómenos naturales que caracterizan al parque.
Lo que vemos hoy en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es el resultado de millones de años de transformación. Las montañas, sus cañones y valles, las cascadas y cuevas no están ahí por casualidad, sino porque el terreno ha sido modelado durante eras geológicas por los movimientos de la tierra, el hielo y el agua.
Destacan las montañas del macizo de los Treserols —Monte Perdido, el Cilindro de Marboré y el Soum de Ramond—, siendo Monte Perdido, con sus 3.355 metros, el tercer pico más alto del Pirineo y la montaña de caliza más alta de Europa.
A sus pies, encontramos unos paisajes singulares, como por ejemplo:
El relieve actual del parque se ha formado gracias a tres factores principales:
En el Parque Nacional de Ordesa, la gran protagonista es la roca caliza, formada por sedimentos marinos hace más de 200 millones de años. Con el paso del tiempo y los movimientos tectónicos, estas capas se elevaron, se plegaron y se fracturaron. Junto con los sedimentos, también se acumularon restos de organismos marinos. Los elementos más resistentes, como conchas y caparazones, lograron conservarse y hoy en día todavía son visibles en el paisaje. Esto es especialmente significativo, ya que estos fósiles se encuentran a grandes altitudes. Cuesta imaginar que estas montañas, ahora tan imponentes, estuvieron alguna vez bajo el mar.
Los cursos de agua–como ríos y barrancos–del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido son de carácter torrencial, salvando fuertes desniveles con pendientes muy pronunciadas. Esta fuerza del agua afecta mucho a los animales que viven en ella, ya que el entorno cambia constantemente. El caudal varía según la precipitación y el deshielo de la nieve en primavera. Ríos como el Arazas o el Cinca nacen en los glaciares y descienden por los valles formando cascadas.
El territorio del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido alberga una gran diversidad de árboles y plantas gracias a la variedad de climas, suelos, altitudes y orientaciones de sus paisajes. Desde zonas secas y soleadas hasta valles húmedos y cumbres alpinas, cada ambiente permite el desarrollo de diferentes tipos de bosques. Desde los 700 m en Escuaín hasta los más de 3.355 m del Monte Perdido crecen, por ejemplo: quejigo, carrasca, haya, abeto, pino silvestre y negro, fresno, avellano, abedul y más.
Además crecen más de 1.300 especies de flora en el parque, lo que representa la mitad de todas las que existen en el Pirineo aragonés. Entre ellas hay unas 100 especies endémicas, es decir, que solo crecen en los Pirineos. Muchas de estas plantas se encuentran en zonas rocosas, como gleras, acantilados o pastos pedregosos. Estas zonas son difíciles para las plantas, ya que apenas hay suelo y solo sobreviven especies especializadas.
Entre esta gran riqueza vegetal también se refugia la fauna pirenaica. Se han registrado 6 especies de anfibios, 8 de reptiles, 2 de peces, 65 aves nidificantes y 32 mamíferos.
Entre las aves más emblemáticas están el quebrantahuesos, un ave carroñera en peligro de extinción; el águila real; el buitre leonado; y la chova piquigualda, todas ellas acostumbradas a vivir en riscos y acantilados. En los ríos y lagos de montaña viven truchas y el tritón pirenaico, un pequeño anfibio único de esta región. En los prados altos es fácil ver marmotas y sarrios (rebecos).
El Parque Nacional se sitúa en la comarca de Sobrarbe (Huesca), una zona con una rica tradición cultural vinculada a la montaña, el pastoreo y la vida rural. ¿Sabías que muchas rutas de senderismo siguen antiguos caminos utilizados por pastores, comerciantes y contrabandistas?
El sistema de vida pastoril,con sus costumbres ancestrales, ha desaparecido en gran medida, pero en Sobrarbe todavía es posible experimentar su esencia. En algunos rincones, sobreviven tradiciones, prácticas y construcciones como las bordas, los refugios de pastores o los caminos de trashumancia que nos permiten imaginar el mundo que las originó.
La zona también conserva un valioso patrimonio arquitectónico y espiritual: muros de piedra seca, pequeñas iglesias románicas, aldeas de piedra, y un imaginario popular poblado de leyendas de brujas, espíritus, contrabandistas y seres mágicos. El miedo a los malos espíritus, arraigado en la tradición oral, dio lugar a rituales protectores que aún perviven en la memoria de los más mayores y que, en algunos casos, siguen siendo visibles en las puertas de las casas.
Es prácticamente imposible resumir en unas pocas frases la riqueza del patrimonio cultural de esta región. Cada valle encierra su memoria, costumbres y modo de vida comunitario, que han dejado una huella en su paisaje y sus gentes.
Recursos:
Avda. de Pineta 5, Escalona. 22363 Puértolas, Huesca.